Bajo la sombra sagrada de los árboles de Teiku, corazón espiritual del Parque Nacional Natural Tayrona, el pueblo Kogui vivió un acto de profundo significado ancestral: la devolución en tenencia de nueve piezas arqueológicas que retornan a su territorio, tras décadas de permanecer fuera de contexto.
El evento, denominado «Los hijos de Tezhuna y Teiku. Nueve piezas regresan al pueblo Kogui», fue el cierre simbólico de un proceso de diálogo intercultural sostenido desde 2024 entre el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH) y las autoridades tradicionales Kogui. El acuerdo, sin precedentes en el país, no solo devuelve objetos, sino que reconoce el derecho original de los pueblos indígenas a cuidar y proteger el patrimonio que nace en sus territorios.
“Los sistemas de pensamiento indígenas, con sus concepciones sobre el valor y función de los objetos, fueron indispensables para considerar el cuidado de las nueve piezas patrimoniales en territorio Kogui», afirmó Alhena Caicedo Fernández, directora del ICANH. «Esta entrega marca un hito en la política pública intercultural en Colombia”.
Las piezas —una figurina antropomorfa llamada Sokbakua, dos figurinas zoomorfas (Koldkawa y Unlnaboku Jibuldo) y seis cuentas de collar (Mamakuitsi, Aldabé, Zaldaktashi, Jatua, Tabashiza y Simuldu Nikuitsi)— no son simples objetos arqueológicos. Para los Kogui, son seres vivos, esenciales para el equilibrio espiritual de los lugares sagrados que protegen la Sierra Nevada. Su ausencia, consecuencia de prácticas como la guaquería y el saqueo, representó por años una herida abierta en la conexión entre lo material y lo sagrado.












La ceremonia, guiada por mamos Kogui y acompañada por representantes del ICANH, incluyó cantos, ofrendas y palabras de reconocimiento mutuo. Fue también un acto de reparación histórica, en una región que ha sido golpeada por el conflicto armado y la ocupación forzada de tierras.
El protocolo conjunto de conservación y protección que ahora acompañará estas piezas es una expresión viva del entendimiento intercultural. Más allá de custodiar objetos, el acuerdo reafirma que la memoria, el territorio y la espiritualidad no pueden separarse de los pueblos que los encarnan.
Con este gesto, Colombia abre una nueva página en la relación entre el Estado y los pueblos indígenas: una en la que el conocimiento propio, la reparación simbólica y la defensa del patrimonio caminan juntos, hacia la reconciliación con las raíces más profundas de su historia.





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