Entre la niebla espesa de los bosques de la Sierra Nevada, vuela discreta la Cotorra de Santa Marta (Pyrrhura viridicata), un tesoro alado que pocos samarios saben que existe. Es una de las 22 joyas endémicas de esta montaña sagrada, un canto que no se escucha en ningún otro lugar del mundo.

Pero su vuelo es cada vez más frágil. La destrucción silenciosa de su hábitat ha llevado a esta pequeña ave a vivir al borde del olvido. Frente a esta amenaza, entidades como el Proyecto de Conservación de Aguas y Tierras (PROCAT) y la Corporación Autónoma Regional del Magdalena (Corpamag) trabajan contra el tiempo. 

En la Estrella Hídrica de San Lorenzo, en la zona rural de Santa Marta, y en el corregimiento de San Pedro, en Ciénaga, han sembrado esperanza: más de 80 nidos artificiales se han instalado desde 2024 para proteger el ciclo reproductivo de la cotorra y ofrecerle un refugio seguro en medio del bosque que se desvanece.

En total se han instalado 80 nidos artificiales en la cuchilla de San Lorenzo y en San Pedro de la Sierra. /Fotografía cortesía Corpamag.

“Estamos testeando nidos para el periquito, porque para hacer los nidos les toca con palmas, otra especie amenazada y no tan disponible en la Sierra Nevada de Santa Marta, y que también están siendo usadas por otras especies de loros de mayor tamaño”, explica Diego Zárrate, director ejecutivo de Procat Colombia.

Los nidos han sido diseñados con precisión por expertos locales, nacionales e internacionales. Están hechos de PBC y madera resistente, con una entrada superior calculada al milímetro para impedir que especies más grandes interfieran en el proceso de anidación. No son simples cajas: son una forma de resistencia, una forma de cuidar lo que apenas sobrevive.

¿Cómo es la Cotorra de Santa Marta?

La cotorra de Santa Marta es una de las 22 especies endémicas que hay en la Sierra Nevada./ Fotografía de Cory Gregory E-bird

De plumaje sutil y encantador, esta especie se distingue por un grueso anillo ocular blanco, una mancha roja en su rostro, coloración marrón cerca del oído, hombros naranja, alas azuladas y cola carmesí.

Pero detrás de su belleza se oculta una realidad alarmante: está catalogada En Peligro de Extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Según BirdLife International, su población apenas ronda entre los 1.800 y 3.200 individuos, dispersos en un área de apenas 2.600 kilómetros cuadrados.

Proteger a la Cotorra de Santa Marta es más que salvar a un ave: es un acto de memoria con la Sierra, un compromiso con la vida silvestre que aún late en las montañas.

Su canto discreto, su plumaje vibrante y su historia milenaria nos recuerdan que cada especie perdida es una página que se borra del libro de la tierra. Que su vuelo no se apague, depende también de nosotros.

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